1988.- UNION Y CONSTANCIA TUVIERON SU RECOMPENSA
28/01/2019 Esteban Gonzalo
Rogel 0 Comments Metrovalencia, San Isidro
La inauguración el 29 de diciembre
de 1988 de un apeadero en la línea de Metrovalencia que continua hasta Villanueva
de Castellón, fue el mejor regalo anticipado de Reyes para los 7.400 vecinos
del barrio San Isidro, en el sur de la ciudad de València.
Fue la recompensa a la unión y constancia de sus habitantes que conjuntamente con su Asociación de Vecinos reclamaron la estación cuando el Ministerio de Fomento estudió y posteriormente construyó los tramos de túneles que tras unirlos entre las estaciones de Plaza España y Jesús conformaron el enlace de las líneas de Bétera y Llíria en la zona norte con el ferrocarril que por el sur continua por la Ribera Alta hasta Villanueva de Castellón.
Fue la recompensa a la unión y constancia de sus habitantes que conjuntamente con su Asociación de Vecinos reclamaron la estación cuando el Ministerio de Fomento estudió y posteriormente construyó los tramos de túneles que tras unirlos entre las estaciones de Plaza España y Jesús conformaron el enlace de las líneas de Bétera y Llíria en la zona norte con el ferrocarril que por el sur continua por la Ribera Alta hasta Villanueva de Castellón.
De las ocho estaciones de la obra, la de Beniferri,
quedó en un descampado que paulatinamente fue ocupado por la expansión urbana
del cap i casal, y la de Soriano la ubicaron al norte del apeadero
que daba servicio a los empleados y visitantes a una gran fábrica de lámparas,
olvidándose del barrio San Isidro, en cuya cercanía existía un apeadero desde
1950 en sustitución del antiguo denominado Cementerio, porque facilitaba la
llegada a la necrópolis principal de la ciudad. Estudios a distancia sin tener
en cuenta la realidad urbana, como tampoco la tuvieron cuando ejecutaron el
enlace de Adif donde no hicieron caso de la propuesta de aquí que minimizaba el
impacto de transbordo y necesitaba menos ascensores.
Desde 1984 las reclamaciones fueron constantes, y el 8
de octubre de 1988 los vecinos recibieron con huevos y tomates al tren
inaugural, que tras recorrer el túnel había llegado hasta allí para cambiar de
vía y volver a la estación Plaza Espanya donde realizaron los actos
institucionales, para manifestar al ministro de Transportes, Turismo y
Comunicaciones, José Barrionuevo, y acompañantes, la indignación por el
ninguneo ministerial.
El Presidente Joan Lerma y otros
miembros del Gobierno Valenciano aguantaron el “bombardeo” para que se enterara
el representante gubernamental, el día 11 el Conseller de Obras Públicas,
Urbanismo y Transportes, Rafael Blasco, le dijo a la Asociación que lo estaban
estudiando, y tres días después les informó que habían dado las órdenes para
construir el apeadero. Tal rapidez tenía su explicación, ya que ante la
negativa ministerial, que aludió exceso de declive para no incluir el apeadero
en el proyecto, esperaron que les cedieran lo realizado y comenzara el servicio
para publicitar que Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana
(FGV) había
acordado con la empresa constructora que dejara un tramo horizontal de 65
metros de longitud en la parte más cercana al barrio para facilitar la
ejecución del apeadero. Lo realizaron con tal celeridad, pero pagando aquí el
coste de 50 millones de pesetas, que los vecinos pudieron utilizar el metro
antes que finalizara el año 1988.
Ahora es un barrio con 9.891 vecinos, bien comunicado,
ya que además del metro, con doce trenes por hora y sentido los días laborables
y menos sábados y festivos, hay dos líneas de la EMT.
El año pasado fueron registrados 389.375 viajeros, con
similar cantidad de llegados. Cifra con ligeros altibajos anuales en los que ha
ido influyendo el paro, el poder adquisitivo para desplazamientos de compras y
la variación de los destinos lectivos.
Reclamación de la estación que
la Asociación Valenciana de Amigos del Ferrocarril apoyó en la medida de sus
posibilidades, ya que consideró que tenían razón los vecinos y su asociación en
lo que pedían.
Apeadero que aumentó su importancia
cuando Adif acercó, pero no como se pidió aquí, su apeadero
Vara de Quart, que rebautizó Sant Isidre, y más cuando hubo transbordo obligado
para los viajeros de las líneas C-3 y C-4 de Renfe, entre la supresión en el
2008 del tramo hasta la Estación de Norte para facilitar el acceso a la línea
de alta velocidad y siete años después la restitución de la llegada céntrica,
previo cambio de sentido de circulación en Fuente San Luis.
Un barrio donde reclaman soterramientos de vías,
principalmente para sustituir la gran barrera del terraplén por cuya cumbre
circulan los trenes de Renfe de las mencionadas líneas desde 1969, ya que, al
parecer, consideraron en el Ministerio de Obras Públicas que era demasiada
inversión para aquí hacer un viaducto.
Publicado en el diario digital Infoguiavalencia.es